Con esta Semana Santa tan pasada por agua y por lo tanto pocas alternativas, una tarde me puse con mi hijo a hacer pasta de sal. A él le encanta. Hace tiempo que habíamos comprado unos moldes para galletas y las utilizamos en esta manualidad.
A un corazón le añadí una inicial y lo he puesto en la puerta de la cocina. Al resto ya le iremos buscando utilidad.
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